CENTRO de PSICOLOGÍA, SEXOLOGÍA y LOGOPEDIA
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Escuela de Padres (2ª Parte)

 

En la primera parte de este artículo ya comentamos las actitudes erróneas que debemos evitar cometer. Quisiéramos en esta segunda parte ofrecer orientaciones que, de aplicarlas continuadamente en el tiempo, pueden servir para que sus hijos alcancen un desarrollo y un equilibrio emocional y personal y usted considere más correcta su actuación como padre o como madre.

 

Estas orientaciones son las siguientes:

 

  • Objetivos educativos claros. Ambos padres deben plantearse y tener claro qué aspectos educativos quieren conseguir a corto, medio y largo plazo.

 

Estos objetivos han de ser pocos, formulados y compartidos por la pareja, de tal manera que los dos se sientan comprometidos con el fin que persiguen.

 

Su consecución requiere tiempo y esfuerzo casi permanente.

 

  • Pautas concretas.  Como comenté en el espacio dedicado a los Problemas de Conducta, las pautas que vayamos a aplicar deben ser concretas, alejadas de generalizaciones como “sé bueno… come bien…, no te portes mal…”.

 

A los niños debemos darles pocas instrucciones, pero éstas deben ser simples y claras; por ejemplo, “Mientras trabajas debes estar sentada… Evita hablar cuando tengas comida en la boca… o En este lugar debes estar en silencio, sin gritar”.

 

  • Valorar intentos y esfuerzos.  En cualquier proceso de aprendizaje, los niños cometen errores;  sea paciente y valore con palabras, gestos o caricias los logros,   pero también los intentos y esfuerzos,   aunque el resultado no sea el deseado.

 

En otro sentido, debemos aprovechar cualquier situación para alabar el comportamiento que queremos que el niño consiga.   Por ejemplo, imaginemos que dos hermanos se pelean con frecuencia; muy probablemente haya momentos en el día en que ambos jueguen juntos o compartan espacio viendo la TV,  esos instantes son claves para hacerles ver lo que queremos conseguir de ellos: “Desde luego, me encanta veros jugar juntos… o Qué bien estáis viendo la tele, sin pelearos, sin discutir…”.

 

Y es que a los niños, igual que a los adultos, les encanta que les reconozcan sus éxitos y actuaciones correctas.

 

Pero además de alabar comportamientos o logros, también podemos alabar otros aspectos:

 

-          Como una característica personal del niño.

-          Podemos alabar atributos de otras personas que puedan servirle de modelo para hacerle ver que es bueno valorar las actitudes o cualidades positivas de los demás.

-          Se puede ensalzar aspectos positivos de otras personas que posean características que no nos gustan, para mostrarles que en la vida no todo es blanco o negro.

 

  • Dar ejemplo. Para exigirles a sus hijos, conservando el prestigio y teniendo fuerza moral, debe actuar dándoles ejemplo. Cómo pedirle a un niño que no grite cuando usted es el primero que grita con frecuencia.

 

Sin coherencia entre las palabras y los hechos, conseguiremos muy poco de los hijos.  Más bien, al contrario, les confundiremos y les defraudaremos.

 

  • Confianza. Tener confianza en sus hijos es clave para llevar a cabo una autoridad positiva.  Debe dar votos de confianza a su hijo, darle oportunidades para que demuestre que confiamos en él. Y esta confianza debe lograr que sea mutua.

 

  • Reconocer errores. Partimos de que nadie es perfecto. Usted, como padre o madre tampoco. No debe dar la imagen de que usted nunca falla.

 

El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque debemos transmitirle que los errores no son fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar.

 

Los errores, además, deben enseñarle que pueden superar los problemas que se nos planteen, evitando caer en esos mismos fallos.

 

Disculparse puede enseñar a los hijos muchas lecciones:

 

           Aprenden que no tienen por qué tener siempre razón.

           Aprenden que hay que admitir los errores.

           Ven una muestra de sinceridad por nuestra parte. .

           Aprenden que la disculpa es una forma de reconocer que otra persona es digna de respeto.

 

  • Autoestima. La autoestima son las creencias que tenemos acerca de nosotros mismos, nuestra “imagen personal”, la valoración que hacemos de nosotros sobre la base de las sensaciones y experiencias que hemos ido incorporando a lo largo de la vida.

 

Nos sentimos listos o tontos, guapos o feos, capaces o incapaces. Esta autovaloración es muy importante, dado que de ella dependen en gran parte la realización de nuestro potencial personal y de nuestros logros en la vida.

 

Algunas ideas para mejorar la autoestima de sus hijos son:

-Hacerles conscientes de sus logros y de sus aspectos positivos.

-No compararles.

-Aceptarles tal como son potenciando sus cualidades e intentando que disminuyan sus errores.

 

  • Ser autónomos. Cuando los padres creen que deben hacerlo todo por sus hijos, tal vez los niños no aprendan a ser responsables por sí mismos.

 

Los buenos padres dejan asumir responsabilidades a sus hijos.

 

Los padres con demasiadas ganas de ayudar se arriesgan a incapacitar física y/o emocionalmente a sus hijos.  El meollo de la cuestión es que los padres en muchas ocasiones arrebatan el poder a sus hijos cuando hacen por ellos cosas que por sí mismos podrían.

 

La ayuda debe ofrecerse cuando ha sido previamente solicitada y debe ir dirigida a ayudar al niño a utilizar sus propios recursos para solucionar el problema.

 

Concluimos este artículo de “Escuela de Padres” con un documento sencillo, pero muy valioso, realizado por un grupo de trabajo dirigido por Antonio Lorenzo, inspector de educación de Granada, que compendia todo lo comentado en estos dos espacios titulados Escuela de Padres.  

Se titula 'Carta de un hijo a todos los padres del mundo'.

 

NO ME DES TODO LO QUE PIDO. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo coger.

 

NO ME GRITES. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.

 

NO ME DES SIEMPRE ORDENES. Si a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

 

CUMPLE LAS PROMESAS, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también si es un castigo.

 

NO ME COMPARES CON NADIE, especialmente de la familia. Si tú me presentas mejor que a los demás, alguien va a sufrir; y si me presentas peor que los demás, seré yo quien sufra.

 

NO CAMBIES DE OPINION TAN A MENUDO sobre lo que debo hacer; decide y mantén esa decisión.

 

DÉJAME VALERME POR MI MISMO. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

 

NO DIGAS MENTIRAS delante de mí, ni me pidas que las diga por ti  aunque sea para sacarte de un apuro.  Me haces sentir mal y perder la fe en lo que dices.

 

NO ME EXIJAS QUE TE DIGA EL PORQUÉ CUANDO HAGO ALGO MAL.

A veces  ni yo mismo lo sé.

 

ADMITE TUS EQUIVOCACIONES crecerá la buena opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir las mías.

TRÁTAME CON LA MISMA AMABILIDAD QUE A TUS AMIGOS.

¿Es que por que seamos familia no podemos tratarnos con la misma cordialidad que si fuéramos amigos?

 

NO ME DIGAS QUE HAGA UNA COSA SI TÚ NO LA HACES. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tú digas y no lo hagas.

 

NO ME DIGAS "NO TENGO TIEMPO" cuando te cuente un problema mío. Trata de comprenderme y ayudarme.

 

Y, por último, QUIÉREME Y DÍMELO. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.

 

 

CONCLUSIÓN

 

En bastantes ocasiones, educar supondrá tomar decisiones que a veces son dolorosas a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres.

 

Todas las anteriores recomendaciones pueden ser muy válidas para tener autoridad positiva o totalmente ineficaces e incluso negativas. Todo depende de dos factores, que si son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los hijos son absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.

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