CENTRO de PSICOLOGÍA, SEXOLOGÍA y LOGOPEDIA
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Estimulación del Lenguaje Infantil

 

¿Qué sucedería con un niño si lo dejásemos abandonado de cualquier contacto con la sociedad? ¿Podría hablar? ¿Qué ocurriría con su inteligencia, y con sus emociones?

 

En el cuento clásico El libro de la selva sucede algo similar. El niño protagonista, Mowgli, crece solo, rodeado de animales y sin estímulo de ningún humano.

 

Si bien el cuento es entrañable, la realidad es triste y diferente.

Han sido numerosos los casos de niños, llamados salvajes que por diferentes circunstancias han sido alejados de cualquier estímulo de la sociedad.

Tras ser valorados y tratados, se ha comprobado que estos chicos suelen presentar de manera crónica deficiencia mental severa, problemas graves de comunicación, así como alteraciones en sus relaciones sociales y en sus emociones.

 

Estos casos extremos han demostrado que la estimulación que recibimos en los primeros años de nuestra vida es crucial para el desarrollo posterior de las personas.

Entre ellos, la estimulación del lenguaje.

 

CONCEPTO

 

Definimos los trastornos del lenguaje y del habla como aquellas dificultades que impiden una correcta comunicación en las personas  al afectar a una o más de las áreas que la comprenden.

Distinguimos trastornos del habla y trastornos del lenguaje, diferenciadas en función de las áreas que se encuentren perturbadas.

Durante este espacio, y para simplificar, emplearemos siempre el término genérico de: trastornos del lenguaje.

 

 

CAUSAS

 

Aunque generalmente, el inicio de estos trastornos comienza en la infancia, su origen puede darse en edades más tardías, como en la adolescencia o en la adultez por distintos motivos: enfermedad degenerativa, traumatismos craneales, ictus cerebrales…

 

Debido a que hay numerosos trastornos del lenguaje infantil, también las causas que lo provocan son amplias:

 

-          Por ejemplo, la genética.

-          Pérdidas auditivas

-          Deficiencia intelectual

-          Alteraciones neuroquímicas del cerebro

-          Falta de estimulación lingüística por parte de la familia

-          Trastornos psicoemocionales…

 

 

CURSO

 

La evolución y el pronóstico de estos trastornos van a depender del tipo de patología, de su severidad y del comienzo del tratamiento.

 

A pesar de que la evolución normal es tremendamente variable de un niño a otro, les daremos unos datos a tener en cuenta para que sepan qué aspectos, aproximadamente, deben estar conseguidos según edades, centrándome sólo en la etapa que va desde los 12 meses a los 4 años.

 

Para ello, siempre tendremos en cuenta la comprensión y la expresión normativa que la mayoría de los niños suelen adquirir:

 

Así, entre los 12 y 18 meses, a nivel comprensivo los niños suelen comprender frases muy cortas dentro de un contexto específico; a nivel expresivo, desarrollan gestos para pedir o mostrar, además de enunciar las primeras palabras.

 

Entre los 18 y 24 meses, a nivel comprensivo entienden frases cortas en un contexto;      en el plano expresivo, comienzan a usar una palabra para comunicar una frase.

Dicen, por ejemplo, “agua”, cuando quieren decirnos: “Tengo sed, mamá dame agua”.  Pueden incluso decir frases de dos palabras.

La calidad en la pronunciación de los sonidos es aún pobre.

 

En la etapa entre los 2 y 3 años, a nivel comprensivo entienden órdenes sencillas, incluso fuera de un contexto; expresivamente elaboran oraciones de dos y tres palabras; y se amplía enormemente el número de vocablos empleados.

 

A los 3 años, comprenden el lenguaje cotidiano; en el plano expresivo aumentan el vocabulario, usando verbos, adjetivos, nombres, preposiciones, pronombres… La estructura de las frases es cada vez más correcta y la calidad de los sonidos mejora bastante.

 

Por último, a los 4 años, entienden frases largas y complejas. En la expresión, la cantidad de palabras aprendidas es sorprendente; la longitud y complejidad de las oraciones aumenta de manera considerable. Y la articulación de los sonidos, en su mayoría, es normal a excepción de la RR y de sonidos como BRA, PLO, TRE (sinfones), etc.

  

En caso de que su hijo o su hija a partir de los 3-4 años no cumplan, en líneas generales, los anteriores requisitos es necesario que sea revisado por un logopeda,   que es el especialista que se encarga de evaluar y tratar las alteraciones del lenguaje y del habla.

 

 

TRATAMIENTO

 

¿Puede la familia ayudar al desarrollo de la comunicación de su hijo?
Sí.

 

Para ello, es conveniente realizar algunos ejercicios y tener en cuenta algunas pautas como:

  •  Respetar la velocidad de habla del niño, sin interrumpirle cuando cuenta algo, ni anticipar su respuesta, aunque la sepamos; ´y cuando le hable mírele a la cara y muestre interés por sus comunicaciones.

 

  • Es fundamental que el niño tenga un buen modelo lingüístico. Si usted usa mal el lenguaje, si corre al hablar, si no pronuncia correctamente,   cómo cree que hablarán sus hijos.

 

  • Al dirigirse a ellos hágalo hablándoles a una velocidad ni muy rápida ni muy lenta;  con una entonación normal, tampoco exagerada; y acomodando la complicación de las frases y el uso de palabras a la edad del niño. Cuanto más pequeños sean más simples deberán ser las oraciones y el vocabulario que emplee con ellos.

 

  • Cuando los críos comienzan a hablar suelen pronunciar muchas palabras de manera simpática; por ejemplo, pueden decir  “peota”,  en lugar de “pelota”.

Es un error frecuente reírlas   porque el niño se da cuenta que está haciendo gracia y las repite,   quedándose poco a poco grabada la manera incorrecta de decirlas.

 

Otro error es usar esas palabras cuando se dirija al niño; siguiendo con el ejemplo anterior, no sería adecuado que usted le dijese: “Dame la  peota”,  ya que estaría dando un inadecuado modelo del lenguaje.

 

  • Como están en un proceso de aprendizaje, el niño cometerá numerosos errores. No debe criticarle, burlarse o compararle con hermanos, primos o vecinos. Sea paciente y aproveche los errores para ofrecerle tanto correcciones indirectas, como    expansiones de lo comunicado.

 

Por ejemplo, si una niña nos dice: “Un oche”, puede aprovechar para corregirle y aumentar la información diciéndole: “Sí, un coche rojo; es un coche rojo”.

 

  • Igual que jugar al fútbol se aprende practicándolo, hablar se aprende hablando.    Es importante hablar mucho con ellos.

Si su rutina no le permite lo anterior, es necesario que dedique 15 ó 20 minutos al día, en una situación relajada eso sí, para hablar de lo acontecido en la jornada del crío.  

 

De todas formas, hay muchas situaciones cotidianas y repetitivas que puede emplear para modelar el lenguaje. Por ejemplo, el proceso de aseo, de alimentación o a la hora de vestirlo pueden ser buenas oportunidades para trabajar los nombres, los adjetivos y las acciones relacionadas con esas tareas.

 

Otras ocasiones para practicar el habla es cuando vamos en el coche, de paseo, o en una sala de espera (usando, por ejemplo, los objetos de nuestro alrededor o las imágenes de las revistas como excusa para dialogar con ellos),

 

  • Ejercicios que también son útiles para preparar los órganos implicados en el habla son: inflar globos; soplar velas, matasuegras o molinillos; sorber agua, zumo o refresco con cañitas; hacer pompas de jabón; imitar sonidos, caras o movimientos con la lengua hechas previamente por un adulto…

 

  • Por último, ejercicios cotidianos para la mejora del lenguaje pueden ser: leerles un cuento y luego hablar sobre él; enseñarles canciones, poesías, acertijos o trabalenguas sencillos; jugar al veo-veo o bien a las palabras encadenadas, entre otros.

 

 

CONCLUSIÓN

 

Recuerde que cuanto más rico y variado sea su lenguaje, y cuanto más tiempo dedique a hablar con su hijo, mejor será su comprensión y, más adelante, su manera de hablar y de expresarse.

 

Esto redundará positivamente, no sólo en la función comunicativa del lenguaje, sino también en el desarrollo de su inteligencia, lo que le permitirá aprender cosas nuevas con mayor facilidad  y, en un futuro, mejorar su rendimiento escolar.

 

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